Espero que estén disfrutando de los contenidos de este blog que comparto con Ustedes. En esta ocasión, pasados 13 años, recuerdo a Lighting. Este era un halcón peregrino que detuvo su vuelo y pasó una temporada con nosotros. En mi caso, lo ví posado en una antena de radio en la ciudad de San Francisco de Macorís, en la región Nordeste de la República Dominicana. El paso de esa ave migratoria me impactó tanto que me inspiré en ella y escribí un poema que aparecerá en mi poemario que está por salir a la luz pública, Entre el Alma y la Vida. También, al escuchar una noticia funesta y falsa sobre el halcón, escribí una carta donde se personifica a un guaraguao dominicano que se comunica con Lightning. A continuación, pongo a consideración de Ustedes la primera parte de esa carta. Después de leer esta primera parte, motívense a comentar sobre lo que más les ha impactado.
A LIGHTNING, EL ALCÓN
PEREGRINO
(I de II)
Por Máximo
Encarnación Gomera
Querido hermano y amigo:
Desde las imponentes alturas del pico más alto
de las Antillas, El Pico Duarte, te
envío mi fraternal saludo. Estas líneas vienen del corazón de tu hermano, aquel
guaraguao que pasó por tu lado en un vuelo rasante la tarde en que te
encontrabas tranquilo y pensativo sobre aquella antena de radio y televisión de
San Francisco de Macorís, ciudad ubicada en la Región Nordeste de la República
Dominicana. Al menos, esa fue la última
vez que nos vimos. Días antes, nos
habíamos cruzado sobrevolando una extensa parte de la Cordillera Central. “¡Preciosa
elevación!, ¿no?” De tu pico rapaz salió esa expresión convertida en saludo a
todo pulmón al girar rápida y ampliamente para luego posarte en la misma rama
en que me encontraba, descansando de mi rutina de vuelo matutino. En este preciso
momento, me encuentro en la copa de ese árbol de caoba plantado en plena
cordillera. Esa que vio nacer nuestra límpida amistad, divisando hacia el Norte,
el Valle del Cibao y hacia el Sur, el
también fértil Valle de San Juan.
Recuerdo que, ante mi insistencia
por conocer más de ti, me contaste que una sociedad científica de Canadá había
colocado en una de tus patas ese aparatito que me hizo dudar de que fueras un ave
verdadera. Me enseñaste que este sensor
permitía el rastreo de tu vuelo para su posterior estudio. Te sorprendiste
cuando te conté de la fama que habías ganado en este hermoso país. También te hice saber que en estas tierras,
la mayoría de los humanos solo sabía de los récords de vuelo de nuestra especie
de manera general. Ahora, muchos conocen
de las hazañas del gran Lightning.
Sabes por todo lo que conversamos
aquella mañana que no tengo tu fama, que pocos científicos se interesan por
medir la velocidad y la distancia que recorro en mi vuelo. A pocas personas les
da curiosidad por saber que “no tiene límites mi vuelo, sino el cielo.” De
repente, viene a mi mente que cuando pronuncié esas últimas palabras, me
dijiste que eso sonaba poético. Te respondí que esos eran los versos que
cierran una canción que había gritado al viento, inspirado en tu visita a este lugar
donde trato de vivir cada minuto como si fuera el último, ya que no sé en qué
momento un perdigón atravesará mi costado y volaré a dormir para siempre. A
propósito, entre los humanos dominicanos y de otras latitudes, se divulgó la
información de que alguien planeaba interrumpir tu vuelo. Esto quiere decir que sabes a qué me refiero
porque una vez más, lo viviste en carne propia en tu estadía en este país
“colocado en el mismo trayecto del sol”, como dijera don Pedro Mir, el Poeta Nacional, que en paz descanse. Esa persona que planeaba tu muerte no entendía
que de la misma forma en que los humanos necesitan de tal o cual tipo de
alimento para subsistir, también tú necesitabas de esas palomas del Parque Duarte para recobrar las energías
invertidas en tantas horas de vuelo. Así
de ignorantes son muchos humanos.
Santo Domingo 2019
Al leer esta especie de carta a LIGHTNING, pude confirmar a los peligros que tienen que enfrentar las aves migratorias para sobrevivir, toco las fibras mas sensibles de mi corazon. Veo una naturaleza en agonía que grita por ser salvada.
ResponderEliminarGracias, Ruth.
EliminarFelicidades profesor
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