miércoles, 3 de abril de 2019

RECORDANDO A UN AVE MIGRATORIA

Hola  a todos y todas:
Espero que estén disfrutando de los contenidos de este blog que comparto con Ustedes. En esta ocasión, pasados 13 años, recuerdo a Lighting. Este era un halcón peregrino que detuvo su vuelo y pasó una temporada con nosotros. En mi caso, lo ví posado en una antena de radio en la ciudad de San Francisco de Macorís, en la región Nordeste de la República Dominicana. El paso de esa ave migratoria me impactó tanto que me inspiré en ella y escribí un poema que aparecerá en mi poemario que está por salir a la luz pública, Entre el Alma y la Vida. También, al escuchar una noticia funesta y falsa sobre el halcón, escribí una carta donde se personifica a un guaraguao dominicano que se comunica con Lightning. A continuación, pongo a consideración de Ustedes la primera parte de esa carta. Después de leer esta primera parte, motívense a comentar sobre lo que más les ha impactado.



A LIGHTNING, EL ALCÓN PEREGRINO
 (I de II)

Por  Máximo Encarnación Gomera 
   
Querido hermano y amigo:

 Desde las imponentes alturas del pico más alto de las Antillas, El Pico Duarte, te envío mi fraternal saludo. Estas líneas vienen del corazón de tu hermano, aquel guaraguao que pasó por tu lado en un vuelo rasante la tarde en que te encontrabas tranquilo y pensativo sobre aquella antena de radio y televisión de San Francisco de Macorís, ciudad ubicada en la Región Nordeste de la República Dominicana.  Al menos, esa fue la última vez que nos vimos.  Días antes, nos habíamos cruzado sobrevolando una extensa parte de la Cordillera Central.  “¡Preciosa elevación!, ¿no?” De tu pico rapaz salió esa expresión convertida en saludo a todo pulmón al girar rápida y ampliamente para luego posarte en la misma rama en que me encontraba, descansando de mi rutina de vuelo matutino. En este preciso momento, me encuentro en la copa de ese árbol de caoba plantado en plena cordillera. Esa que vio nacer nuestra límpida amistad, divisando hacia el Norte, el Valle del Cibao y hacia el Sur, el también fértil Valle de San Juan.

Recuerdo que, ante mi insistencia por conocer más de ti, me contaste que una sociedad científica de Canadá había colocado en una de tus patas ese aparatito que me hizo dudar de que fueras un ave verdadera.  Me enseñaste que este sensor permitía el rastreo de tu vuelo para su posterior estudio. Te sorprendiste cuando te conté de la fama que habías ganado en este hermoso país.  También te hice saber que en estas tierras, la mayoría de los humanos solo sabía de los récords de vuelo de nuestra especie de manera general.  Ahora, muchos conocen de las hazañas del gran Lightning.

Sabes por todo lo que conversamos aquella mañana que no tengo tu fama, que pocos científicos se interesan por medir la velocidad y la distancia que recorro en mi vuelo. A pocas personas les da curiosidad por saber que “no tiene límites mi vuelo, sino el cielo.” De repente, viene a mi mente que cuando pronuncié esas últimas palabras, me dijiste que eso sonaba poético. Te respondí que esos eran los versos que cierran una canción que había gritado al viento, inspirado en tu visita a este lugar donde trato de vivir cada minuto como si fuera el último, ya que no sé en qué momento un perdigón atravesará mi costado y volaré a dormir para siempre. A propósito, entre los humanos dominicanos y de otras latitudes, se divulgó la información de que alguien planeaba interrumpir tu vuelo.  Esto quiere decir que sabes a qué me refiero porque una vez más, lo viviste en carne propia en tu estadía en este país “colocado en el mismo trayecto del sol”, como dijera don Pedro Mir, el Poeta Nacional, que en paz descanse.  Esa persona que planeaba tu muerte no entendía que de la misma forma en que los humanos necesitan de tal o cual tipo de alimento para subsistir, también tú necesitabas de esas palomas del Parque Duarte para recobrar las energías invertidas en tantas horas de vuelo.  Así de ignorantes son muchos humanos. 

Continuará...

Santo Domingo 2019